Los trabajadores agrícolas llegan a trabajar antes de que el sol ilumine los campos. Por más de nueve horas al día, se agachan, recogen productos, llenan sus canastas, se paran y lo repiten una y otra vez. A menudo, abandonan los campos mucho después del anochecer.
A pesar de sus tareas cruciales, recolectando y empaquetando la comida que alimenta a el pais, los campesinos tienen menos protecciones laborales que cualquier otro trabajador en los Estados Unidos y reciben un salario al nivel de la pobreza.
"Los trabajadores agrícolas históricamente han sido excluidos de la mayoría de las principales leyes de protección", dijo Greg Schell, subdirector de Southern Migrant Legal Services. "Como resultado, tienen salarios muy bajos y malas condiciones de vida".
Todos los días, estos trabajadores agrícolas se enfrentan a mortales niveles de calor, deshidratación, productos químicos tóxicos, tensión física por los movimientos repetitivos y el levantamiento de pesas, los insectos y las serpientes. Sin embargo, están excluidos de la Ley de Normas Laborales Justas y de la Ley Nacional de Relaciones Laborales que garantizan la protección de los trabajadores estadounidenses. Estas exclusiones dejan a los campesinos sin las protecciones legales para el pago de horas extras, el seguro de desempleo y la organización y negociación colectiva.
"Entonces, la persona que pone la lechuga de una hamburguesa en McDonald's, obtiene tiempo extra, pero la persona que la cosecha, no", dijo Schell.
El trabajo agrícola ha sido excluido de estas protecciones desde los años 30 cuando el presidente Franklin Roosevelt creó leyes laborales como parte de lo que llamaron el “Nuevo Acuerdo” o “New Deal” en inglés. En ese momento, los demócratas de el sur tenían la mayoría de el Congreso y sus estados todavía dependían de una gran fuerza de trabajo afro-estadounidense para sus economías de plantación.
"Los demócratas en el sur hicieron saber que estaban bien con el salario mínimo, siempre y cuando este eximiera a los afroamericanos. No podían tener el derecho de organizarse o hacer horas extras ", dijo Schell.
Además de ser excluidos de las protecciones laborales, los trabajadores agrícolas no reciben protecciones iguales bajo la Ley de Seguridad y Salud Ocupacional. Bajo OSHA, por sus siglas en inglés, los trabajadores agrícolas están exentos de la compensación del trabajador y están excluidos de 19 de 26 protecciones generales tales como protección contra productos químicos peligrosos o el derecho a equipos de protección apropiados.
En su lugar, los trabajadores agrícolas reciben protección contra los plaguicidas a través de la Norma de Protección del Trabajador (WPS) de la Agencia de Protección Ambiental, que no se ha actualizado en más de 20 años.
No habían regulaciones reales para proteger a los trabajadores agrícolas de los pesticidas hasta 1992, e incluso, esas regulaciones no se implementaron hasta 1995", dijo Jeannie Economos, coordinadora de proyectos de seguridad de pesticidas y salud ambiental de la Asociación de Trabajadores Agrícolas de la Florida. "Y habían estándares muy pequeños para proteger a los trabajadores agrícolas de los pesticidas, que ni siquiera daban a los trabajadores agrícolas las mismas protecciones de los mismos químicos tóxicos que casi todos los trabajadores tienen bajo OSHA".
Economos dijo que aunque la WPS requiere capacitación para los trabajadores agrícolas, certificación de los aplicadores, y equipo de protección personal, la WPS sufre de una pobre ejecución. De acuerdo con los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, hay 47.100 granjas en la Florida. Sólo hay 56 inspectores en todo el estado responsables de inspeccionar esas miles de granjas, de acuerdo con el Departamento de Agricultura y Servicios al Consumidor de la Florida.
"Tenemos montones de trabajadores agrícolas que nos dicen que un productor o supervisor o un aplicador les dará un pulverizador para los morrales y les dicen que salgan y rocíen el área con poco o ningún conocimiento o formación, ocurre con demasiada frecuencia", dijo Economos. "También tenemos personas que nos dicen que se les dice que mezclen plaguicidas o manipulen pesticidas prácticamente sin entrenamiento y con mucha frecuencia sin equipo de protección personal".
En 2010, la ex trabajadora Yessica Ramírez recibió instrucciones para mezclar pesticidas durante dos meses mientras estaba embarazada. No se le dio ningún equipo de protección y recibió un entrenamiento mínimo.
“En el trabajo, te ponen el video pero en el video no te explican. Nada más te explican como que tienes que protegerte y cómo puedes protegerte pero no te dicen que pasa si no te proteges,” Ramírez dijo, “Pero tampoco no te dan el material suficiente para protegerte entonces muchas veces la gente tienen que comprar su propio material para poder, si es que tu quieres protegerte, pero a veces la gente no toman la importancia porque no saben que son los efectos si tú estás expuesta a los pesticidas.”
El WPS fue revisado en 2015 por la EPA para incluir capacitación obligatoria anual para los trabajadores agrícolas sobre sus derechos y responsabilidades, mantenimiento obligatorio de registros para mejorar el cumplimiento de las reglas y suspensión de aplicaciones cuando la gente se encontraba a menos de 100 pies del equipo de aplicación.
Se suponía que las revisiones entrarían en vigor en marzo de el 2017, pero en mayo del mismo el administrador de la EPA, Scott Pruitt, demoró las revisiones. Pruitt también anuló la decisión de suspender el uso comercial de Chlopyrifos, un pesticida que se ha relacionado con el desarrollo inhibido del cerebro en niños gracias a investigadores de la Universidad de Columbia, la Universidad de California-Davis y la Escuela de Medicina Mount Sinai.
Debido a que la agricultura es un trabajo peligroso con protecciones laborales limitadas, históricamente ha sido hecho por poblaciones vulnerables, dijo Schell. "Cuando empecé, la mayoría de los trabajadores agrícolas eran afroamericanos. Han sido reemplazados, primero por los chicanos, los hispanoamericanos y luego los hispanos indocumentados,” dijo, “siempre hay un grupo más desesperado.”
Según el Estudio Nacional de Trabajadores Agrícolas, el 73 por ciento de los granjeros en los Estados Unidos son inmigrantes, en su mayoría de México y Centroamérica. Los trabajadores a veces optan por mantenerse callados acerca de las violaciones laborales debido al temor a la deportación, la pérdida de sus empleos y la incapacidad de mantener a su familia, dijo Ramírez.
Considerando a una población que vive con temor a reportar violaciones, Schell cree que una solución no es posible sin una mejor inspección, aplicación de regulaciones y claras consecuencias por violar las leyes.
"Como mínimo, los trabajadores agrícolas deberían tener los mismos derechos que todos los demás cuando trabajan", dijo.